Sorangel Liriano Mercado, es una heroína con bata. Es catedrática universitaria, y desempeña función como  intensivista a nivel público y privado.

Cuando en la adolescencia descubrió su vocación por la medicina, no imaginó lo que le tocaría vivir a partir de marzo del 2020.

“Legué de mi especialidad a una semana de cerrar todo en el país a causa de la pandemia e inicié a laborar cuidando a los médicos que fueron mis  mentores en el área de cuidados intensivos”, dijo la profesional de la salud graduada de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).

 En una entrevista concedida a LA INFORMACION, con motivo del Día Internacional de la Mujer, Liriano, una mujer que lucha en primera línea contra el Covid-19, dice que lloraba de la tristeza viendo como sus profesores estaban en estado de gravedad.

La  intensivista cardiovascular de la Clínica Unión Médica del Norte, define este tiempo como su prueba de fuego.

“Regresar a mis país en esta situación, ver tanta gente que admiro enferma y saber el compromiso que tenemos de  reintegrar personas sanas, me hizo aprender  mucho”, afirma.

La doctora asegura  que la pandemia le dio fortaleza, destreza y sabiduría en casos muy graves,  pero sobre todo  ratificó su compromiso con la salud e integridad de los demás.

Para ella lo más difícil de este año de ardua batalla contra el coronavirus,   fue al principio ver como a pesar de todo el esfuerzo los pacientes fallecían de manera súbita. 

Lo más satisfactorio, según la doctora Liriano, ha sido restablecer vidas,  ganar el cariño de los pacientes y la sonrisa  de sus  padres al ver que ha llegado hasta donde ellos soñaron  que lo haría.

Como testimonio del afecto de sus pacientes, contó la historia de Luis, un joven de 21 años,  que estuvo 45 días entubando con neumonía grave  por Covid y que meses después va siempre a su consultorio a visitarla y la llama mamá. 

La terapeuta respiratoria certificada por Kaplan y especialista en Sistema de Oxigenación por Membrana Extracorpórea (ECMO) certificada por la fundación cardiovascular de Colombia, también presume el cariño de Porfirio, un paciente de 87 años, que duró un mes con Covid en coronaciones muy graves, y que  todos los viernes  va a su consultorio a llevarle chocolates y flores .

En plena batalla, Liriano se infectó de Covid-19 y tuvo que ser entubada.

“Fui ingresada en cuidados intensivos (siendo yo intensivista) y hoy entiendo lo que se siente estar postrada en una cama, sin saber cuál es el norte de tu vida, lejos de los que amas, conectada a cables, monitores y dependiendo de las enfermeras para dar el mínimo paso”, contó.

A Sorangel, el Covid-19 le  dejó como secuela  la pérdida de la agudeza visual.

“Hoy valoro más cada cosa que veo, cada cosa que puedo oler, que puedo tocar”, dice.

Según dijo a LA INFORMACION, su vocación de médico nació en la etapa de adolescencia,  cuando su madre fue sometida de urgencia a un proceso quirúrgico y ella experimentó la impotencia de  no poder hacer nada para ayudarla. 

Sin proponérselo, el marzo del 2020 la convirtió en una heroína con  bata blanca, en parte del ejército que sacrifica horas de sueño, se priva de estar con su familia y come sólo si el tiempo se los permite, para luchar contra un enemigo en común.