La inspiración de escribir versos a la patria y por un mundo mejor, depende del sí del sistema político imperante y de los medios de comunicación e instituciones editorialistas, congraciados/das con las esferas del poder gubernamental y privado; corrompiendo los sanos sentimientos del alma, de un hombre en busca de vivir en paz, en donde la gran mayoría urge de ella.
El diseño de los arquitectos de su propio destino, limita libertad de pensamientos que sobrepasen los conocimientos, que ellos han establecidos como normativas científica de su sabiduría que amenaza otras inteligencias; que ellos entienden puede superar su paradigma de tener la gracia de ser herederos de un malsano acuerdo político, en donde tuvo la voz cantante, el presidente de la frase, de: “No es bueno cambiar de caballo, cuando se está cruzando un río”.
El verso de un poema inconcluso, juramenta el silencio de la página en blanco, en el anaquel de la biblioteca nacional, que sirve de referencia a los trotamundos; moribundos de letras muertas, en el cementerio de los recuerdos, que hacen imaginar razones que acongojan corazones de inocentes mariposas; en la tumba fría de un héroe anónimo ido a destiempo, por escribir poemas en contra de los que compran conciencia.
Es el encanto de las metáforas que hacen resplandecer en medio de la oscuridad, la proclama de: “Hay un país en el mundo, colocado en el mismo trayecto del sol, oriundo de la noche”; con lo que Don Pedro Mir, inmortaliza el: “Dios, Patria y Libertad”, honrando la enseña tricolor, que engalana el Panteón Nacional; ondeando sobre los recuerdos heroicos, sentenciando a los que con sus acciones demeritan, la gloria bien ganada, de ser Cuna del Nuevo mundo.
Los de postulados políticos carente de valides objetiva, parecen ganar la batalla, utilizando el poder del estado, en una sociedad que aún no entiende la lección de que: “Todo lo que brilla no es oro”, actuando bajo espejismo de la inmediatez de un presente, sin clara visión de futuro; porque la misión es la estrategia del engaño, para favorecer con privilegios, al grupo gobernante, que convierte el poema de amor, en un escrito endemoniado, comprando con recursos del estado, a los hombres y mujeres bisagras, cómplice de los actos de corrupción y facilitadores de impunidades.
La osadía de estar poetizando pretendiendo controlar a los perturbadores de conciencia, es solo un canto, parecido a la argumentación bíblica, de: “Predicando en el desierto”; de un escenario donde se puede afirmar, el tener suerte de seguir viviendo y de estar produciendo este tipo de artículo, que pretende incidir para que el poeta vuelta a sentir el gusto de escribir estrofas con contenido de sincera pasión, reflejando intimidades del corazón; las que al son de serenatas, hagan resurgir la cultura de la civilización del amor.